lunes, 9 de julio de 2007

El sueño de la razón produce monstruos








Los monstruos que el sueño de la razón del siglo XX ha producido y produce se han llamado y se llaman miseria, racismo, ignorancia, contaminación, pero también imperialismo, fascismo, nazismo, estalinismo. Por otra parte, el holocausto, los campos de exterminio, la discriminación, el antisemitismo, el sionismo, el terrorismo, la guerra. ¿Queremos seguir? La lista está abierta y la madre de los horrores está siempre en cinta.

Horrores pequeños y grandes, incluso cotidianos, que la sociedad distraída permite y casi tolera. Horrores que hoy se mueven a sus anchas en el caldo de cultivo del consumismo salvaje, de la competencia mercantil a cualquier precio, de la búsqueda afanosa y cínica del provecho individual. O en las doctrinas bestiales del integrismo religioso o de las ideologías políticas que anulan los valores y los derechos en nombre de una pureza que no existe, que no debe existir, que no tiene razón de existir.

Contra esta deriva angustiosa, la sensación de impotencia que transmiten los medios de comunicación es evidente, desconsolada y desconsolante. Cada nuevo horror parece desplazar el horror del día anterior, como queriendo olvidarlo en el limbo de las noticias ya pasadas y de los hechos que ya no requieren evidencia… La crónica se desgrana por la historia sin hacerse ejemplar, sin amaestrar, sin proveer de paradigmas para el futuro. Muy al contrario! La memoriase evapora, se vuelve a formar y se transforma, se convierte en otra cosa, se transcribe y reescribe en un contínuo, consciente o involuntario, proceso de reformateado. ¿Recordamos lo que ha sucedido de verdad (pero ¿qué quiere decir de verdad?) o bien nuestra memoria sufre un proceso de reescritura orweliano? ¿Qué es la historia? ¿Escritura, reescritura, interpretación, relato, fábula, qué?

Añadamos entonces dos monstruos más a nuestra lista: el revisionismo y la duda. Revisionismo para darle la vuelta a las chaquetas de la historia y descubrir un tejido distinto y brillante que esconda las taras y los defectos de nuestras vivencias. Duda que nos lleve a poner en tela de discusión cada uno de nuestros recuerdos, de nuestras convicciones, que pueda servir para sacudir la conciencia individual y dirigirla hacia una ideología “normal” que domine a la indiferencia.

Si ésta es nuestra condición actual, la contraseña, sino suficiente, por lo menos necesaria, es entonces la “recuperación de la memoria”. Memoria de la historia, de la crónica, de nuestra vida cotidiana, de nuestro futuro. Atrapar y fijar sobre el papel palabras e imágenes que no se escurran por entre los dedos, que fijen el pasado, lo comenten y lo aclaren, que nos ayuden a recordar, a comprender y a seguir adelante. Palabras e imágenes... para producir memoria.

ANDREA RAUCH (MANIFIESTOS POLÍTICOS)

No hay comentarios: