lunes, 26 de mayo de 2008
Artemio Rodríguez y el sueño americano
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Don't Want to Be
a Voyeour
2001 / 4 x 3"
linoleum
from Woodcuts of Women
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"La gente de EU quiere arte, no sólo es el país de las hamburguesas"
El michoacano Artemio Rodríguez (Tacámbaro, 1972), no conforme con irse de indocumentado a Estados Unidos, se propuso destacar como grabador e impresor. Y lo ha logrado. Incluso, con el objetivo de retomar una faceta de la obra de Posada y Manilla, ha trabajado la hoja volante que, al desdoblarse, adquiere las dimensiones de un periódico mural o cartel contemporáneo, cuya impresión por miles se dispersa en la ciudad como parte del paisaje urbano.
Transcurrida una década de su partida a EU, funda la imprenta La Mano Press, junto a su compañera Silvia Capistrán en Los Angeles, California.
Hijo de un albañil, campesino y trabajador migrante, Artemio de niño copiaba los dibujos animados de la televisión. Al terminar la secundaria se internó en la Universidad Autónoma de Chapingo, donde estudiaba su hermano mayor. Después de dos años fue suspendido de la universidad debido a "su activismo político, su falta de interés en la agricultura y su creciente pasión por las artes".
En 1990, durante una visita corta a su pueblo natal, participó en un concurso de dibujo, uno de cuyos jurados era Juan Pascoe, un impresor de libros que vivía en una hacienda del siglo XVII ubicada en las afueras de Tacámbaro. Juan le presentó a su hermano Dionicio, también vecino de la región, de quien Artemio aprendió fundamentos de dibujo y pintura. Luego de ingresar al taller de Juan Pascoe, un día le proporcionó una placa de linóleo y gubias con la sugerencia de que copiara un grabado en madera de la época colonial. Fue el inicio. Aunque el grabado en linóleo no cuenta con la soltura que proporciona el pincel en la pintura o la complejidad que puede ofrecer el grabado en metal, es una técnica cuyo carácter sencillo y directo le ha proporcionado a Artemio posibilidades creativas únicas.
Tras algunos giros en su vida personal, en abril de 1994, Artemio dedicó tres días a cruzar la frontera por el lado de Tijuana, arribar a Van Nuys, donde se reunió con dos de sus hermanos. Ahí vivió y trabajó como pintor de casas. Pero la necesidad por expresar sus pensamientos lo llevó a dibujar durante los recesos del trabajo. Un par de meses después compró linóleo, gubias y se dedicó a grabar las impresiones de su nueva realidad y su añoranza por el mundo dejado al otro lado de la frontera. Y, de allí en adelante.
Texto de MERRY MACMASTERS
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