Klero Borroka

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Un alma cargada de futuro
Prólogo a la nueva edición
Por Juan Emilio Ballesteros
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Esta nueva entrega de la Klero Borroka, el catecismo de la lucha almada de Rafael Iglesias, constituye un revulsivo contra el totalitarismo y la intolerancia, un aldabonazo a nuestras conciencias adormecidas por el pensamiento único y una invitación a la crítica y a la desconfianza, sobre todo ante cualquier tipo de dogmatismo sectario que tienda a sustituir la razón y la lógica por la superstición y la superchería. Con un humor inteligente, en ocasiones hilarante, corrosivo y ácido otras, pero siempre provocativo —entendiendo la provocación como agitación cultural—, estas ilustraciones y los textos que las acompañan entrañan una auténtica apología de los principios éticos y los valores cuyo desprecio sustenta la crisis global que ha devenido en fallo sistémico y en lo que algunos llaman el fin de la historia. Con precisión de cirujano, disecciona las estructuras de poder en las que se apoya la Iglesia católica, enfrentando a la curia al espejo moral de su propia hipocresía y falsedad, de sus vicios, sus pecados, sus abusos y sus crímenes hasta no dejar títere con cabeza en este rebaño de ovejas descarriadas y pastores depravados. Si esta lucha es tan universal como su espíritu, es en Sevilla, la ciudad donde vive y crea, donde esa farisaica cohorte adquiere tintes machadianos para desenmascarar a todos esos truenos vestidos de nazarenos. Las propuestas iconoclastas del hereje Rafael Iglesias nos animan a expresar libremente, desde el sentido común, una opinión plural e independiente y, en consecuencia, comprometida; su obra, como la poesía de Gabriel Celaya, es un alma cargada futuro. Entre lo ridículo y lo chabacano, sus personajes grandilocuentes y excesivos parecen anunciarnos, en expresión recogida por Luis García Montero en homenaje al poeta Ángel González, que festejaba así la victoria del Frente Popular en 1936, la buena nueva de que mañana no será lo que Dios quiera.