viernes, 14 de noviembre de 2008

El ojo crítico (Rafael Iglesias)



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Presentación del OJO CRÍTICO
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FNAC
Avda. de la Constitución, 8.
Sevilla
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19:00 h. Sábado 22
Noviembre 2008
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Esta publicación contiene las secuenciales colaboraciones de opinión visual, en forma de página semanal, publicadas en Cambio16 desde noviembre de 2007 a agosto de 2008.

Aunque se tratan diversos temas de actualidad coyuntural a su edición, la mirada de su autor reitera un discurso crítico alusivo fundamentalmente a tres temas recurrentes: la manipulación interesada del auténtico legado cristiano por la Iglesia vaticana; la derecha anacrónica y demagógica, torpe y cerril, que padecemos como oposición al gobierno, y una obsoleta monarquía, heredada del oscuro pasado, necesariamente prescindible en el camino democrático. A veces diseño, otras con formato ilustración, pero estas "impresiones" son siempre expresión gráfica analítica y sinceramente feroz, explícita y fuera de un lenguaje políticamente correcto.

No vaya a ser que se confundan buenas formas con hipocresía o interesada desidia.

PRÓLOGO
Conozco a Rafael Iglesias desde los tiempos de la movida, desde aquel veranobdel 82 en el que Miguel Ríos nos pedía a toda una generación imaginación y rebeldía para impulsar una profunda transformación social que hiciera posible el cambio, la libertad y la democracia después de décadas de oscurantismo e ignominia. Salíamos del largo y oprobioso túnel de la dictadura y aún andábamos deslumbrados y queriendo aspirar de golpe todo el aire fresco que pudiéramos atraer a los pulmones. Primero supe de su trabajo, de su capacidad creativa, de su espíritu crítico, de su inquietud revolucionaria, de su actitud provocadora, de su inequívoca apuesta por la cultura y el arte. Paulatinamente fui conociendo a la persona y ganando su amistad. No fue complicado congeniar con alguien cuya generosidad, entrega y sensibilidad elevan a carta de naturaleza su condición humana, sostenida por un sentido irrenunciable de la solidaridad y la justicia. Lo realmente difícil fue seguir su vertiginoso ritmo vital y su agitación intelectual que lo convierte en un depredador de ideas, un renovador constante, un genio a contracorriente. Cuando mucho tiempo después me propuso publicar en Cambio16 una sección fija bajo el título de El Ojo Crítico, creía que era una broma. Él insistió. Entonces, le miré fijamente y le respondí: ³Estás loco... ¿Quieres que nos metan en la cárcel?²



Ha transcurrido casi un año desde entonces y aún nos paseamos a cuerpo por la calle, a pesar de que a más de uno le hubiese gustado vernos entre rejas simplemente por atrevernos a pensar de otra manera y mover a otros a hacerlo, por creer que otro mundo es posible, por generar una opinión plural y crítica, objetiva y veraz en una sociedad adormecida y falsa en la que los medios de comunicación han renunciado a ejercer como mecanismos de control y garantía de transparencia democrática para convertirse en correas de transmisión de los poderes fácticos, cómplices necesarios de una mundialización cuya burbuja financiera acaba de romper en pedazos el futuro, un nuevo orden global que permite la libre circulación del capital pero no de las personas, a las que criminaliza considerándolas ilegales.

Se podrá estar de acuerdo o no con las opiniones del autor, expresadas de forma vehemente unas veces, ácida otras, provocadora siempre, con una visión cáustica y corrosiva, hilarante en ocasiones, que lo convierte en un auténtico azote de los vicios sociales y de las actitudes que se acomodan en la hipocresía y la falsedad, en la mentira y la envidia, en la soberbia y la ignorancia, en la prepotencia y la cobardía, en todos los pecados capitales que han germinado fruto de una educación basada en los más rancios tópicos de la intransigencia y la intolerancia, del chovinismo feroz de una sociedad que se complace mirándose el ombligo y recreándose en los errores del pasado. Como agitador cultural, es capaz de enfrentar todas estas paradojas y contradicciones en el espejo de la verdad y, además, salir ileso para contarlo. De haber vivido en la Edad Media, habría sido un príncipe del Renacimiento que habría acabado sus días en la hoguera. Hoy puede ser considerado como un revolucionario de las conciencias.



Rafael Iglesias disecciona con pulso firme y habilidad de cirujano las entrañas de los modelos que hemos elevado a la categoría de arquetipos y en ese empeño no deja títere con cabeza. La simple mención de determinados temas a los que buena parte de la opinión pública oficial vuelve la espalda, la continua alusión a los fantasmas de otros tiempos, a rémoras pretéritas hoy felizmente superadas, la permanente desmitificación de los falsos mitos, de los ídolos con pies de barro y una lucha sin tregua contra todo tipo de autoritarismo, desenmascarando las tentaciones totalitarias allí donde se camuflan, han convertido El Ojo Crítico es una sección de culto entre los lectores de Cambio16, la cabecera decana de las revistas de información general en España y la de mayor proyección internacional en idioma español.

En la Transición democrática española, Cambio16 se consagró como un referente de libertad e independencia porque se atrevió a llamar a las cosas por su nombre cuando la sociedad enmudecía bajo la mordaza de la dictadura. El sátrapa de entonces hoy es historia ‹pese a que todavía algunos se resistan a recuperar la memoria y honrar a las víctimas‹, pero los poderes fácticos que alimentaron el terror y la represión nutren ahora otras formas de dictaduras públicas y privadas, probablemente más sutiles ‹como ocurre con el poder del dinero‹ aunque no por ello menos injustas y viles. El Ojo Crítico es un fiel heredero de aquel espíritu del cambio y a Rafael Iglesias también han intentado silenciarlo y censurarlo. No lo consiguieron entonces con Cambio16 ni hoy tampoco con la globalización y el liberalismo a ultranza de los gurús del capital y el neocon. ¡Y vaya si lo han intentado!Š Ya sea desde el corporativismo feroz de creadores inmovilistas que se niegan abandonar la caverna y su universo de falsos reflejos de la realidad, ya desde la ceguera intelectual y la tiranía ideológica y cultural de los que estigmatizan la diferencia y el mestizaje.



Fruto de este trabajo eminentemente periodístico y al hilo de la más rabiosa actualidad, surge este libro que reúne las ilustraciones y viñetas que han ido apareciendo semanalmente como un aldabonazo a nuestras conciencias. Cada una de ellas destila un humor lúcido e iconoclasta, sin concesiones, de hondas raíces ideológicas. Su objetivo es el de los mass media: informar, formar y entretener. El medio es el mensaje y el mensaje es la base de la comunicación que las nuevas tecnologías trasmiten de una manera potencialmente ilimitada y tendencialmente simultánea. Se trata de lo de siempre; de contar las cosas que pasan como son, con veracidad, sin presiones, y de crear una opinión pública plural, crítica, objetiva, inconformista.

Rafael Iglesias ha elevado este viejo y siempre peligroso oficio de periodista a la categoría de arte. Esta obra es una buena muestra de ello.

Juan Emilio Ballesteros
Director de Publicaciones
Cambio16 / Cuadernos para el diálogo

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