viernes, 12 de septiembre de 2008

Gráfica & guerrilla (Rafael Iglesias)



Las banderas de la vergüenza

El artista sevillano Rafael Iglesias ha combinado banderas y símbolos en una serie de creaciones que, desde las salas de muestra o la calle, buscan animar a la reflexión.

Para golpearte en la mente y en la inteligencia, para darte un pellizco en tu retina y revolverte el estómago de tu conciencia”, así define Rafael Iglesias el efecto que espera causar en el espectador con su última exposición, Zona ocupada. El restaurante El Jueves, el Café Hércules o el bar Corto Maltés, son algunos de los locales sevillanos del área de la Alameda que exponen —hasta el 31 de marzo— la obra de este publicista y diseñador de 42 años, aunque tal vez lo más impactante no sea tanto la muestra como la publicidad de la misma (que se convierte así también en obra).

La bandera nazi con la estrella de David en lugar de la esvástica, la estadounidense con calaveras en lugar de estrellas. Es chocante encontrar este tipo de carteles empapelando algunas de las calles más céntricas de la ciudad. Pero es que ése es precisamente el objetivo de su autor: asombrar, golpear, desconcertar... Todo lo necesario para hacer que el público piense y recapacite. Ése ha sido siempre el objetivo de todas las propuestas de Rafael Iglesias, y ésta no iba a ser menos. En este caso, el tema que ha animado al artista ha sido la muerte, las masacres llevadas a cabo por distintos pueblos y naciones con mayor o menor beneplácito del resto de naciones. “Cuando vean esta exposición quiero que salgan tristes, puede que ofendidos —explica Rafael Iglesias —, furiosos consigo mismo por pertenecer a la misma raza que ha originado estas obras, ese dolor y esa sangre salpicada en esas banderas. Y que después se pregunten: ¿Puedo hacer algo por cambiar esto?”. Iglesias apunta que, como norma habitual, en sus exposiciones aborda un tema tratado normalmente con un respeto cuasi religioso, poco dado a interpretaciones que se salgan de lo esperado, a la duda y mucho menos a las críticas. Del mismo modo, reconoce que no utiliza un lenguaje ni políticamente correcto ni diplomático, “pero el hecho es que lo que se intenta es subvertir las buenas formas, las establecidas en la ortodoxia”.



Esvásticas y estrellas
Alguien dijo que un cartel es un grito en la pared. Del mismo modo Rafael Iglesias quiere, con sus carteles y lienzos, gritar alto y claro, de una manera contundente, el desacuerdo, “el no, el basta”. Carteles-banderas que cuentan lo contrario de lo que dicen, que ofrecen en el corazón de su símbolo la antítesis de su discurso. Esvásticas, estrellas de David, estrellas de la UE, banderas nazis, judías y estadounidenses... El impacto ondeante en los lienzos anclados en las paredes de los bares y las desconchadas fachadas del centro de la ciudad. Zona ocupada. Flags of a new orden, es el nombre con el que se ha bautizado esta “acción-exposición”, en la que las obras asaltan la calle, la realidad. Una zona ocupada verdaderamente, pero una
ocupación diferente, una ocupación de ideas a través del arte, no de la violencia. Como suele ser habitual en su trabajo, Rafael Iglesias consigue de este modo producir un efecto concreto a través de unos símbolos popularmente interpretados del modo contrario. De este modo, el efecto conseguido es más interesante. Las banderas, signos de identidad, también son los símbolos que afirman la pertenencia o anexión de un territorio, sea este geográfico o intelectual, sea físico o mental. A los ojos de este artista, aunque esas banderas pasen a un lienzo, preservan su alto contenido simbólico y emotivo, por lo que si se apuesta por combinar las banderas, dicho contenido, y su efecto resultante, pueden alterarse para crear en el receptor de la obra de uno u otro efecto. Rafael Iglesias ha tomado como referencia para esta exposición Flag (“Bandera”), la obra maestra de Jasper Johns, creada en 1955, y sin duda su pieza más conocida, polémica y representativa. Realizada con encáustica (collage) de trozos de periódicos bañados con cera fundida, y teñida posteriormente, Johns reivindicaba con esta obra la manualidad, el arte más artesanal más democrático en contra del espontáneo del expresionismo abstracto. Aunque contestatario, Johns nunca fue muy amigo del grupo de artistas encabezados por Jackson Pollock, a los que consideraba distantes del público, y por tanto, autores de un arte fallido.

Doble lectura
Para rebatir a los abstractos, el estadounidense recurrió a una propuesta que no puede menos que subrayar la fina ironía del autor. Emplea una bandera, un icono que no representa la subjetividad del autor sino algo colectivo. Pero al mismo tiempo, la bandera de Johns agrede a unos y reconoce a otros. Pues si millones de americanos veían su bandera como motivo de orgullo, los recortes de prensa empleados por el artista muestran una realidad diferente y difícil, una realidad cargada de racismo, pobreza y otras desigualdades sociales. Para Rafael Iglesias, hacer arte a partir de un icono como son las banderas supone también un interesante desafío a todos los niveles. “¿Es una bandera o un cuadro que representa a una? —plantea al analizar sus últimas creaciones— No sólo, sino también. Como una bandera transmite realidad y arte o ficción de forma sencilla y sintética, y también como una bandera toma una posición definida claramente, como icono de identidad. En definitiva se convierte en un símbolo, también de ocupación, en un continente de mensaje plural”. Y con este planteamiento, el deseo de Iglesias ha sido ofrecer no versiones sino “perversiones” de banderas, “fieles representaciones gráficas del espíritu político esencialmente perverso de los gobernantes de los países que representan. Malvadas y distorsionadas, retorcidas como los intereses y las consecuencias de la ingerencia política de estos países, sean estas por acción directa como por omisión, al obviar y mirar tranquilamente a otro lado para evitar responsabilidades”.

Rafael Iglesias comenzó su actividad plástica en el mundo del cómic, dibujando multitud de ilustraciones e historietas para publicaciones como Tótem o El Víbora. Recientemente también ha revolucionado las calles de la capital hispalense con una polémica campaña gráfica para promocionar el uso del preservativo. Su técnica parece efectiva: llamar la atención para, entonces, golpear al receptor con un mensaje contundente.

CAMBIO 16 / 28 marzo 2005 / Nº 1.738 / CULTURA Y SOCIEDAD

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