martes, 11 de agosto de 2015
El individuo y el Estado según Emma Goldman
Todo progreso es, en esencia, una ampliación de las libertades del individuo con la correspondiente reducción de la autoridad ejercida sobre él por fuerzas externas...
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El individuo es la verdadera realidad de la vida. Un universo en sí mismo no existe para el Estado, ni para esa abstracción denominada “sociedad”, o para la “nación”, que sólo es una reunión de individuos. El hombre, el individuo, siempre ha sido, y necesariamente es, la única fuente y fuerza motora de la evolución y el progreso. La civilización ha sido una continua lucha de individuos o grupos de individuos en contra del Estado e, incluso, en contra de la “sociedad”, esto es, en contra de la mayoría dominada e hipnotizada por el Estado y el culto al Estado. Las más grandes batallas del ser humano han sido emprendidas contra los obstáculos impuestos al hombre y los impedimentos artificiales impuestos para paralizar su crecimiento y desarrollo.
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El pensamiento humano siempre ha sido falseado por la tradición, la costumbre y una pervertida falsa educación, en interés de aquellos que mantienen el poder y disfrutan de privilegios; en otras palabras, por el Estado y la clase gobernante. Este conflicto constante ha sido la historia de la humanidad...
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El Estado no tiene más existencia que los dioses o los diablos. Son igualmente el reflejo y la creación del hombre, para el hombre; el individuo es la única realidad. El Estado es sólo la sombra del hombre, la sombra de su ininteligibilidad, de su ignorancia y sus miedos.
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Los intereses del Estado y los del individuo difieren fundamentalmente y son antagónicos. El Estado y las instituciones políticas y económicas que soporta, pueden existir sólo modelando al individuo según sus propios propósitos; adiestrándolo para que respete “la ley y el orden”; enseñándole obediencia, sumisión y fe incondicional en la sabiduría y justicia del gobierno; y, sobre todo, leal servicio y completo autosacrificio cuando lo manda el Estado, como en la guerra. El Estado se impone a sí mismo y sus intereses por encima, incluso, de las reivindicaciones de la religión y de Dios. Castiga los escrúpulos religiosos o de conciencia de la individualidad, ya que no existe individualidad sin libertad, y libertad es la mayor amenaza de la autoridad.
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Emma Goldman: “El individuo y el Estado”
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más info: culturamas.es
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